Hace tiempo
que no escribo nada por este blog. Y no ha sido por falta de acontecimientos
importantes. No. Más bien es por la facilidad y agilidad que he encontrado en
otros medios y redes sociales, para expresar mí día a día de una manera rápida y
ágil. Pero siempre termino recurriendo a mi blog para compartir las cosas más
importantes. Esa puerta hacia mí interior que dejo entreabierta para todo aquel
que se quiera acercar a leer.
Cuando uno tiene tiempo para
pensar y reflexionar sobre su vida, puede llegar a conclusiones que en otras
condiciones, o en otra etapa de la misma, no llegaría nunca. Y ese es mi caso últimamente.
Por lo que concluyo, y hoy en día afirmo, que en el fondo, la soledad te hace
libre.
Considero que mi vida está
pasando una etapa de transición entre, una época en la que tenía una felicidad
relativa y…
Todavía no sé a dónde llegaré.
Pero sí sé, que estoy solo y me siento libre.
En esta vida he dejado atrás a
personas que no me merecían que siguieran a mi lado. Otras han optado
libremente, de manera acertada o no, por dejarme marchar. Y otras están que, ni
a sol, ni a sombra. Vamos, que por mí,
que no se molesten…
Tan bien es verdad, que sigo
contando con mi gente. Los que siempre están ahí, los que nunca fallan. Y que,
estoy convencido, de que otras personas vendrán y puede que igualmente se
queden. El caso es que anhelo de esas personas, y cito la reflexión de una
salmantina haciéndola mía, pues la comparto, que “Sean activas, interesadas por
temas muy diversos, que no se queden en pensamientos o palabras, sino que
intenten cambiar las cosas. Ocurrentes, autenticas, coherentes,… Capaces de
enfrentarse con fuerza y una sonrisa al día a día.” Ya no estoy para juegos de
patio de colegio. No quiero perder más el tiempo.
Como
he mencionado antes, me encuentro en época de cambios. O más bien, en una etapa
en la que deseo, necesito, esos cambios. Como ese barco a la deriva por falta
de vientos que hinchen las velas y le permita avanzar. A donde sea, pero
avanzar.
Son muchos los aspectos que me
piden, internamente, ese nuevo aire para seguir. Algunos no requieren de mucho.
Reformitas sin importancia. Pero otros, requieren obras de gran envergadura y
alto coste.
Por suerte, cada vez tengo, o esa
es mi sensación, menos ataduras que me impidan evolucionar. Ya hay poco lastre
que soltar. Ya que la mayoría de ese lastre me lo ha quitado de un plumazo, la
SOLEDAD.
Bien es cierto, que es la propia
vida la que de manera forzosa me ha impuesto este estado. Pero que, y no lo
niego, voluntariamente mantengo. ¿Hasta
cuándo? El futuro lo escogerá por mí. Que ya he aprendido que si fuerzas el
destino, acabas obteniendo lo que no querías.
Sea lo que sea… ¡aquí estoy!